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El Maxibásquet en Obras

El Maxibásquet también tiene su lugar en Obras. El equipo compite en la categoría +35 de FEBAMBA y en su plantilla cuenta con Hugo Cortés, hermano de un hijo pródigo del club como el “Titi” Cristian Cortés.

Su profesión de arquitecto le consume la mayor parte del tiempo a Hugo, quien trabaja para el club y la Asociación de Clubes, aunque también sigue despuntando el vicio del lado de adentro de la cancha. Él y sus compañeros todavía se permiten disfrutar y aprender del deporte.

-¿Cómo se conforma el plantel para esta temporada?
-La idea era jugar con gente que de alguna forma esté ligada al club, por eso hay un referente como en este caso Diego Ricci, quién jugó para Obras mucho tiempo. Y después hay gente que hoy está trabajando y es hincha del club como Gustavo Avellaneda, Ignacio Narvaja, Ezequiel Lamas y mi caso. También tenemos a Diego Grippo, el médico que trabaja en la CABB y la Asociación de Clubes, Federico Perrotti, quien es otro hincha que viene a ver siempre los partidos de Liga Nacional, y algunos otros compañeros que han estado jugando en su momento para las inferiores del club.

-¿Cuándo arrancaron el trabajo?
-Este equipo empezó a entrenar en febrero. Por lo menos una vez por semana nos juntamos a practicar. Algunos de los jugadores se conocen ya desde hace tres años, pero la mayoría del plantel se renovó ahora.

-¿Es exigente el nivel del torneo?
-La competencia es dura porque el nivel de juego quizás no es tan bueno. Me refiero a que a veces los jugadores, en su mayoría, somos bastante torpes porque lógicamente no estamos entrenados y es medio complicado poder juntarse en la semana debido a los compromisos que tiene cada uno. Como así también es complicado que el club tenga un espacio para poder entrenar. Hay demasiadas actividades. Los partidos son muy duros y creo que pasa más porque a esta edad uno se vuelve un poco más torpe para poder jugar y coordinar. Es ahí también donde empiezan a resaltar cuales son los talentos innatos.

-¿Qué es lo que los lleva a seguir estando adentro de la cancha?
-Por sobre todas las cosas, el espíritu de la competencia siempre fue poder juntarse a jugar y divertirse, pero es muy difícil porque después uno cuando está en la cancha quiere ganar. Si bien la reglamentación marca que los 11 o 12 que integran el equipo deben jugar, al final terminan jugando los que realmente deben hacerlo. Entonces, una cosa es el espíritu y otra la realidad. El talento marca una diferencia a la hora de elegir. Las referencias son Ricci y Lamas, que han sabido estar en el alto nivel.

-¿Se puede seguir aprendiendo del básquetbol a esta altura?
-Creo que todos los que alguna vez hemos formado parte de un equipo sabemos que es un ámbito donde nos sentimos cómodos y nos gusta estar, porque es una forma de sentirse parte y defender algo en conjunto. Sin dudas que todos los equipos son diferentes y están compuestos por diversas partes. Me parece que uno siempre puede sacar algo bueno del otro. En el caso puntual de Obras y hablando de todos los jugadores que lo conforman, creo que sí, que se puede aprender siempre. No se si llevarlo al plano cien por ciento basquetbolístico, sino al plano de las personas. Si hablamos del juego, hay talento y uno puede intentar ver cosas distintas. Poder compartir este espacio con tipos como Ricci y Lamas te hace aprender de alguna forma, porque no todos tienen esa posibilidad. Es toda una experiencia.

-¿Ves con proyección al equipo para seguir disfrutando de esto?
-Creo que cuando uno logra una química de equipo y se relaciona con buena gente nunca quiere que se termine. Lo ideal sería que esto tenga continuidad en el tiempo. Pero bueno, empiezan a influir otro tipo de factores como la familia, el trabajo y distintos compromisos. Me encantaría seguir defendiendo la camiseta de Obras y poder competir sanamente jugando en los +35 todo el tiempo que se pueda. Y ojalá que logremos una cohesión que haga que todos querramos continuar en este proyecto de equipo.

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