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El recuerdo de Diego Ricci en el día de su cumpleaños

Obras en Obras

Con solo diez años en su documento de identidad, Diego Ricci atravesó por primera vez las puertas de Avenida Libertador 7395. Corría el año 1984. No sabía, en ese entonces, que su destino iba a estar ligado a los colores amarillo y negro durante toda la vida. Diego llegó al club como ladero de su amigo Ariel, quien se acercó para probarse en el club de básquet más importante del país. Un año antes, Obras se había consagrado campeón intercontinental tras vencer a los equipos más fuertes del mundo FIBA. Sin esperarlo, fue él elegido para defender los colores de Obras, y desde entonces, trabajó con orgullo para algún día representar a la institución como lo hicieron Eduardo Cadillac, Carlos Raffaeli, Esteban Camisassa o Carlos Romano durante las décadas de los ’70 y ’80.

Ricci se esforzó, creció y alcanzó el plantel de primera a los 15 años. El club vivía una realidad completamente distinta a la de su época dorada. Relegado de la Liga Nacional, el Rockero disputó torneos metropolitanos durante varios años. Fue en 1994 cuando el equipo consiguió una plaza en el Torneo Nacional de Ascenso, y comenzó a competir con equipos de todo el país. Para la campaña 95/96 del TNA, Obras conformó un plantel joven pero con mucho hambre de gloria, con Diego siempre al frente de cada batalla. El jugador encontró su rol en la pintura, con la compañía del gigante Dennis Still, con quien rápidamente estableció una gran química. Ese año, Obras logró el ansiado ascenso a la Liga, tras vencer a Estudiantes de Olavarría en la final. La imagen de Ricci festejando con sus compañeros en el Parque Guerrero se mantiene como un recuerdo imborrable en la historia del club. Aquel grupo comandado por Fernando Duró fue uno de los más sólidos de los últimos tiempos.


Diego y sus compañeros de básquet en 1986.

Así fue que Ricci se ganó el honor de representar a Obras en su primera temporada en la elite del básquetbol argentino, en la cual fue muy importante para lograr el objetivo de mantener la categoría. Dos años después, en 1998, Obras entró a playoffs, y tras vencer a Belgrano de San Nicolás, dio la sorpresa al eliminar a Boca, uno de los máximos candidatos al título, en cinco partidos. Aunque no pudieron avanzar más allá semifinales, Diego tuvo uno de sus mejores torneos, con una media de 7.2 puntos y 3.7 rebotes. Además, compartió cancha con su hermano menor, Leonardo. Un año después, tras la 1999/2000, en la que no consiguieron pasar de primera ronda, Ricci recaló en Italia, pero regresó a Obras a la siguiente temporada.


El primer equipo que disputó la LNB.

Sus mejores números los logró en 2001, en su retorno de Europa. Promedió 13.3 tantos, 7.1 tableros y 1.3 recuperos, en una campaña irregular del Rockero, que no pasó de la reclasificación. Luego, volvió al viejo continente, donde continuó hasta 2004, en el Canarias de España y el Banco di Serdegna de Italia. En 2009, disputó la pretemporada con el elenco dirigido por Carlos Duro. Aquella fue su última actividad como profesional.

RICCI, POR SIEMPRE DE OBRAS

Al día de hoy, Diego cumple distintas funciones dentro del club que lo ayudó a crecer y formarse como persona. Desde sus primeros pasos en 1984 hasta ahora, su vida pasó siempre por Libertador al 7395. Conoció a su esposa, Vanina, en el club, tiene tres hijos que continúan creciendo allí, encadenó un sinfín de amistades, y vivió momentos especiales que le traen los mejores recuerdos y sentimientos. Según dice, lo único que busca hoy en día es devolverle a la institución un poco de todo lo que le dio. “Obras está por encima de todo lo demás”, afirma con una sonrisa de oreja a oreja. Nada lo hace más feliz que observar el crecimiento colectivo del club.

FOTOS: Marcelo Figueras y Diego Ricci.

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