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Como deben alimentarse

Modificar hábitos alimentarios en las personas mayores es sumamente dificultoso, porque se acarrean durante años. El cambio debe ser gradual, para que el incumplimiento de las prescripciones dietéticas no sea una constante.

Se considerará cada caso en particular teniéndose en cuenta:
Los ancianos suelen cumplir tan estrictamente las indicaciones de los facultativos que retiran definitivamente de la dieta algunos alimentos.

Influyen también en este punto las creencias populares arraigadas de generación en generación. (Ej.: la carne produce reuma, la sal es mala, el huevo hace mal al hígado, etc.).

Valorar el estado psíquico de cada paciente, el grado de dependencia y el apoyo familiar que recibe.

Considerar si en el medio en que vive se pueden adquirir los alimentos indicados, lo complejo de la preparación y las condiciones económicas para adquirirlos.

El estado nutricional del paciente en cuestión puede estar alterado por las restricciones alimentarias que imponen:
-Enfermedades crónicas (orgánicas y psíquicas).

-Anorexia o hiporexia (falta o disminución del apetito).
-Disminución del sentido del gusto.
-Disminución del tono de los músculos masticatorios.
-Encías inflamadas, ausencia de piezas dentarias o prótesis mal adaptadas.
-Disminución del poder adquisitivo.

En los gerontes el metabolismo basal se haya disminuido y la actividad física es mínima, lo que implica un menor requerimiento calórico que en el adulto joven. De acuerdo con el Dr. Pupi, entre los 80 y 85 años no se requieren más de 1.600 calorías como promedio por día.

Hidratos de carbono: Pueden constituir el 60 % de la dieta del envejeciente. Son baratos, de fácil digestión y absorción.
Ejemplos: azúcares, pastas, pan, harinas.

Proteínas: Representarán el 15- 20 % del valor calórico total de la dieta. En los viejos, la síntesis proteica es disminuida y la masa muscular decrece, por lo tanto el ingreso proteico adecuado es fundamental.
Ejemplos: carne, leche, huevos, soja.

Lípidos: Complementan el 20 ó 25 % del valor calórico total restante. Son de difícil digestión pero tan necesarios como las proteínas y los hidratos. Los ácidos grasos poliinsaturados no producen arteriosclerosis y son de digestión más fácil por lo que se recomiendan específicamente.
Ejemplos: aceite de uva o maíz.

Otros componentes de la dieta
Fibras: Están contenidas en las verduras y frutas. Actúan estimulando el movimiento intestinal tan necesario en las personas mayores, por su tendencia a la constipación.

Los orientales, que son grandes consumidores de fibras, tienen muy baja incidencia de hipertensión arterial, enfermedad coronaria, colon irritable, hernia hiatal, diverticulosis, gota, diabetes, arteriosclerosis, apendicitis y várices.

Vitaminas y Minerales: Una dieta adecuada provee la totalidad de vitaminas y minerales que necesita el organismo, sin embargo en la vejez hay tendencia a la descalcificación ósea y al déficit vitamínico B.

Agua: El agua es muy poco atractiva para los ancianos, generándose cuadros de deshidratación desde leves hasta severos. El cuidador prestará particular atención a la cantidad total de líquidos que incorpora el anciano diariamente (2 litros en invierno y 3 litros en verano aproximadamente) y recurrir a la imaginación (licuados, tés, jugos de fruta) para que resulten aceptados sin demasiadas objeciones.

Cabe acotar que se deben respetar las cuatro comidas diarias (desayuno, almuerzo, merienda y cena) sin sobrecargar ninguna de ellas. Es común que los ancianos que no cenan por falsos preceptos, padezcan de insomnio.

FUENTE: Gabriela Parentini Nutricionista
FOTOGRAFÍA: Celeste Palavecino David para Prensa Obras Basket

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