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El ADN de Obras Basket

En un deporte colectivo, como lo es el básquetbol, la identidad no es algo que se genere de un día para el otro. Conlleva esfuerzo y voluntad de todas las partes implicadas en el juego, y puede tardar meses o años en lograrse. En Obras Basket, el trabajo comienza desde sus inferiores. La formación de jugadores es una de las principales preocupaciones del club, en especial con los jóvenes reclutados, que llegan de diversos sitios del país para desarrollar sus talentos en la institución. A ellos se les garantiza una educación de primer nivel en el Instituto Obras, se les otorga un lugar para vivir en los dormitorios de reclutados, un plan alimenticio específico y el seguimiento de su crecimiento físico, además de la contención emocional necesaria.

No es nada sencillo. Se requiere una gran cantidad de profesionales de distintas ramas para llevar adelante un proyecto de esta índole, que reflejará sus frutos años después. Y ese momento, por fortuna ya llegó. El equipo de Liga Nacional de Obras Basket formó su propio ADN en base a cinco jóvenes: Pedro Barral, Tomás Zanzottera, Fernando Zurbriggen, Luca Valussi y Lautaro Berra. Todos ellos fueron reclutados en diferentes momentos del club, llegaron de distintos puntos del país con grandes ilusiones y pulieron sus sueños en las instalaciones de Avenida Libertador 7395.

El primero en llegar fue Pedro Barral, oriundo de El Palomar, quien realizó un campus en el club en 2009, a sus 15 años. Allí acudieron jugadores de todo el país, buscando la chance de sumarse a la institución, además de perfeccionar sus talentos. Pepo fue uno de los que recibió el llamado para formar parte de las inferiores aurinegras. Desde entonces, y hasta los 19 años, viajó desde Ciudad Jardín hasta Obras cada día para entrenarse, mejorar y cumplir su sueño de jugar al básquet de manera profesional. El base vivió todo tipo de experiencias con los colores del Rockero: alegrías, frustraciones, títulos (integró el plantel campeón de la Liga Sudamericana), amistades y más, según el mismo comentó. «Obras significa mucho para mí. El club me formó y lo sigue haciendo, como persona y jugador. Le estoy muy agradecido por todas las comodidades que me han brindado».

Su crecimiento ha sido tremendo. Pepo maneja a la perfección los tiempos del equipo. Es quien mueve los hilos, conduce y organiza cada ataque. Su lectura de juego es su mejor cualidad. Añadió a su repertorio una flotadora en penetración, que es casi imposible de defender por sus rivales. Es capaz de comandar al equipo y empujarlo en situaciones adversas. Su mayor ambición es ganar, y hace todo lo posible para lograrlo.

Más adelante llegó Zanzottera, actual capitán del equipo. Fue en 2010, cuando sólo tenía 17 años. En su natal Pergamino, dio sus primeros pasos en ‘Cebollitas’, y luego en Club Sports.  ‘Tomy’ terminó de formarse como profesional en la entidad aurinegra, luego de que Marcelo Travnik, jefe de cantera de la institución durante varios años, pusiera los ojos en él. Fue integrándose al primer equipo de a poco. Vivió las finales de la Liga en 2011 y celebró la Liga Sudamericana, al igual que Barral. Luego de seis campañas, decidió renovar por dos años más en el último receso de actividad. «Esta es mi casa. Es donde me siento feliz y siempre confiaron en mí. Hace tiempo me estoy formando como persona y jugador en este club. Voy por mi octavo año acá, me tocaron vivir muchas cosas», confesó Zanzottera. El escolta es una de las mejores armas ofensivas que posee el entrenador Gregorio Martínez. Perfeccionó sus explosivas penetraciones, agregó el tiro de tres puntos a sus capacidades y desarrolló un carácter competitivo. Su sentimiento por Obras trasciende los límites del rectángulo de juego: conoce a empleados, jugadores de inferiores y chicos del Instituto Obras.

En  enero de 2014, se dio la llegada de otro estandarte actual del plantel de Liga Nacional. Con 16 años, Fernando Zurbriggen fue observado por Travnik en un Campeonato Argentino de cadetes que disputó con Santa Fe, su ciudad natal. Anteriormente, el armador había sido invitado por Gregorio Martínez, por entonces mánager aurinegro, para entrenarse con el equipo mayor. Así fue que comenzó su travesía como reclutado de Obras. Terminó la secundaria en el Instituto e inició la carrera terciaria que ofrece la entidad, el profesorado en educación física, en el que actualmente se encuentra cursando tercer año. De inmediato comenzó a practicar con el plantel profesional y merced a trabajo y esfuerzo ganó sus minutos. Aunque se desempeña como reserva, juega más de 20 minutos por encuentro y tiene un enorme protagonismo en el equipo. Aporta una energía única, que contagia a sus compañeros y ayuda a ganar partidos, o a remontarlos, como sucedió con Comunicaciones, encuentro que perdían por 18 y ganaron en el final, de manera agónica. Con 20 años, se transformó en el pilar defensivo del equipo, acostumbra a contener al mejor jugador rival y puede soportar el peso de un interno en la pintura, pese a la diferencia que pueda existir en altura. «Este es el lugar donde desarrollé, terminé el colegio, estoy cursando la facultad. Absolutamente todas las actividades que hago las hago ahí. Es mi hogar. Tengo un sentido de pertenencia muy grande», manifestó Zurbriggen, quien también tiene un alto nivel de inglés producto de su educación en el Instituto Obras.

No mucho tiempo después, se incorporó Luca Valussi, proveniente de la provincia de Chaco. Se sumó a las inferiores del club con 16 años recién cumplidos, en inicios del año 2014. Su adaptación no fue nada sencilla. Sucede que, en su paso por Villa San Martín, de su ciudad natal, Luca jugó siempre de centro, mientras que en Obras lo colocaron de inmediato como perimetral. Y este cambio posicional fue fundamental para que pueda aspirar al profesionalismo. Con el tiempo, fue mostrando una evolución física importante, y poco más de un año después de su llegada, comenzó a entrenar con el plantel mayor. Al día de hoy, Valussi continúa con su desarrollo. Está ganando minutos con el equipo de Liga, y varias veces inició en la posición de alero. En la cancha, se posiciona siempre detrás de la línea de triple, donde espera atento su oportunidad. Tiene una técnica de tiro impecable, que muchas veces le permite anotar aún con la mano del contrario encima. Su mayor progreso esta temporada ha sido su actitud. Adquirió confianza, se siente respaldado por sus compañeros y va al frente en cualquier situación. De a poco está adquiriendo regularidad, y se muestra como uno de los diamantes en bruto del equipo. «Obras es mi casa. Es como una gran familia que me recibió muy bien desde el primer momento. Estoy muy contento de poder estar hoy acá, por lo que significa y lo que siento por el club», dijo el chaqueño de 20 años.

Finalmente, el último en llegar fue Lautaro Berra. El oriundo de Firmat, Santa Fe, se unió a la familia aurinegra en 2015, con 17 años. Aunque fue descubierto por Travnik en 2013, y desde entonces viajó  varias veces para entrenarse en Obras, el jugador se tomó su tiempo para establecerse en Buenos Aires. Su momento más difícil lo vivió en 2016, previo al comienzo de la temporada regular. Lo que parecía ser un esguince de cadera, resultó ser un tumor en el trocánter mayor, en la zona de inserción osea entre la cadera y la cabeza del fémur. El santafesino debió someterse a una cirugía, superó la recuperación y regresó a las canchas a fines de la campaña 16/17. Su esfuerzo tuvo recompensa: se estableció dentro del equipo de Liga Nacional, incluso alternando titularidades. Además, Berra, quien siempre fue una promesa nacional debido a su participación en combinados argentinos de inferiores, entró en la lista del entrenador Sergio Hernández para el equipo mayor, que disputa las eliminatorias FIBA, en busca de la clasificación al Mundial de China. Estuvo en la primera convocatoria, como un extra a los 12 que disputan la competencia, pero en la segunda, quedó afirmado entre la docena con chances de jugar. La historia de superación del centro de Obras es realmente interesante, pero recién está comenzando. Con 20 años, Lautaro puede soñar en grande, y se exige al máximo para continuar con su desarrollo. Más allá de sus grandes aspiraciones, es consciente que aún le queda mucho por aprender en la entidad de Núñez. «Sin darme cuenta, Obras se fue convirtiendo en mi casa. Es el lugar en el que hoy estoy a gusto, y donde me gustaría seguir. Me encariñé con el club y con las personas que trabajan allí», expresó.

Estos cinco jóvenes, de distintos orígenes y con historias bien diferentes, se reunieron en Obras, generaron un sentido de pertenencia hacia el club, y actualmente le dan una identidad al equipo que disputa la Liga Nacional. El trabajo de la cantera aurinegra, que se encarga de formar personas y profesionales, está en replicar el ADN que comparten Berra, Valussi, Zurbriggen, Barral y Zanzottera. Así, el futuro del Rockero estará siempre en buenas manos.

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